jueves, 4 de octubre de 2012

¿Qué sabrán dos pájaros del amor?

Tres. Ya son tres.
Un polímero muy grueso, permeable y translúcido impide al pequeño pasérido respirar.
Vamos a llamarle Ancla, por hacer la historia algo más fabulosa.

Un precoz mirlo de tierras africanas, negro como el azabache, solía posarse en las ramitas de esos pinsapos. Tan altos que se alineaban, humanos, trazando un camino recto como la misma muerte. Desde esa altura, la traza que dibujaba un muro de granito, roca sobre roca, daba sensación de enclaustre. Jóvenes...

Ancla, para que te hagas una idea, no tuvo una buena idea.

"Creo que este es el definitivo" - Dijo su madre. Y un día nació un bonito ave amarronado con fracciones alargadas de carbón y miel. A más de uno heló la piel al arrancar notas al sol solo con un aleteo. Una mariposa con pulmones es poco, digamos que era como si a un zorro le colocas dos alas y cuerdas vocales de lira. No tardó el mirlo en darse cuenta de esos detalles. Y Ancla era joven, como él. 

La historia de como se enamoraron es lo de menos. Fué y punto. Mirlo se dió cuenta rápidamente, al encontrar en ella todo lo que necesitaba, paz, otoño y azúcar. Ancla ( ) se prendió del vestido hullesco de él; de cómo se apagaba la luz a su lado. Que fácil era todo, pensaba. ¿Qué sabran dos pájaros del amor?.

Él la tuvo peor. Pero lo pagará.

Pasaba el tiempo y todo iba de maravilla, excepto para los hambrientos. Ancla fué servido en un plato de cuarzo de mampostería. El mirlo fué devorado por carroñeros. (Dadme una oportunidad). Los que probaron murieron. No se lo merecían, por supuesto. Pero se impregnaron de ellos hasta los huesos. Y se enamoraron.

Las aves son los animales más crueles; no aman . Y todos comemos aves a diario, incluso tú, amigo vegano.


El Ruiseñor.