miércoles, 28 de diciembre de 2011

Bá sale de su casa en el árbol después de varias semanas. No sabe por qué lo hace pero baja las escaleras hechas por él con ramas y cuando llega abajo se da cuenta de que no tenía que haber salido. No sabe que hacer. Aún era pronto, así que decide dar un paseo por el bosque para ver si encontraba algo que comer.

Siempre había sido un niño pobre pues sus padres se suicidaron cuando él era pequeño y su abuela decidió meterle en un orfanato como castigo. Poco aguantó allí, y una mañana se escondió dentro de un maletero y escapó, muy lejos, hasta adentrarse en el bosque.

Ese día en el que salió de su árbol hacía mucho sol, y aunque las ramas de los árboles taparan los rayos, se distinguía un fuerte olor a animal muerto y descompuesto por el calor. Sabía que tenía que encontrar comida en grandes cantidades para poder aguantar al menos un par de semanas más sin salir de su choza.

La noche anterior Bá no había podido dormir pues su camaleón se había escapado de su jaula y tras varias horas de persecución se había convertido en un pájaro rojo entre sus manos. No podía comprender como había sucedido esto y era incapaz de asimilarlo. No tenía lógica alguna. Al intentar coger el pájaro este gritaba y lloraba de angustia. Entonces Bá se acordó de sus noches en el orfanato y comprendió que los animales deben ser libres, y le dejó marchar.

Bá no sabía cazar, ni tenía alguna habilidad especial para sobrevivir en el bosque. Llevaba 5 años viviendo allí y su única compañia había sido su camaleón, y este ahora era un pájaro en libertad. Solía comer hojas de árboles, raíces, insectos y otrss cosas de fácil acceso, y casi siempre era su camaleón quien encontraba la comida. Todo apuntaba a que tendría que encontrar de donde provenía el olor a animal muerto, y que esa sería su comida al menos de ese día.

Cansado de andar, se echó un rato a descansar sobre unas ramas que había en el suelo. Se quedó dormido, y empezaron sus pesadillas: Siente que vuela, siente que flota, siente que explota.