Solo tienes que seguir quieto y dejarte pudrir. Casi sin darte cuenta no te puedes mover y terminas solo. Todos avanzan a tu alrededor, se mueven, caen…. Y tú los miras. Muy quieto. Casi sin respiración un día te despiertas. Te ves con asco en el reflejo de un vaso de algo dulce. Entonces vomitas. Alguien viene a limpiarte. Crees que has tocado fondo. Ahora todo irá a mejor. Comes, descansas, comes algo y te sientas. Te quedas dormido. Te despiertas y te ves con asco en el reflejo de un vaso de algo dulce justo antes de vomitar. Estas perdido pero tienes esos momento de esperanza que te matan poco a poco. Crees que eres especial. Luego ya ves que no. Pero joder, esos momentos… te arrancan trozos de ti. Algo ocurre durante unos segundos, casi minutos, en los que crees realmente que no estás dentro del círculo más cerrado e infranqueable del mundo. Un circulo lleno de grasa, pus y perversiones que ni tu comprendes. Un lugar del que huir. Desde luego eso querrías. Pero ya no puedes. Ahora te parece imposible recordar el pasado. No comprendes como te has convertido en esto tan progresivamente que nadie se dio cuenta. Un día eres un ser humano corriente. Al siguiente una bestia que mastica órganos aun calientes y pelea con otras criaturas tan repulsivas como tú. La gente te mira de otro modo. Algunos incluso parecen reconocerte, pero en realidad no. Porque ya no eres tú. No eres ni tu sombra. De hecho, no eres ni tu vómito. Eres solo otra criatura más... Otra bestia putrefacta que lo único que ansía más que masticar es su propia muerte. Dar tanto asco al mundo no es agradable. Incluso para mí.
Rrrrr.